Los regalos de Petitange para Willma

El paquete azul

El día que llegó el cartero a mi casa con los regalos de Petitange, llamó a la puerta pero nadie le abrió y como suelen hacer en estos casos dejó un aviso a mi nombre para que pasara por la Oficina de Correos.
Hasta aquí todo sería normal si no fuera porque en el aviso no decía qué tenía que recoger, tampoco quién lo remitía y ni siquiera si era un paquete o una carta. Por si todo esto fuera poco, estábamos en Semana Santa, por lo que tendría que esperar seis días para descartar definitivamente la idea que me rondó por la cabeza durante todo ese tiempo, de que el aviso podría ser de una multa.

Pon fin llegó el día 25 de marzo y pude salir de dudas, me acerqué a la Oficina de Correos y allí me estaba esperando una caja llena de regalos que me enviaba mi amiga "no secreta" Petitange.

Pobres regalos!, se habían hartado de llorar durante casi una semana en la que habían estado tirados en una estantería de la Oficina de Correos recibiendo golpes, pasando frío y pensando que yo no los quería.
Al principio cada vez que un empleado se acercaba a su estantería pensaban: Ya está aquí Willma!, por fin viene a recogernos!, pero a medida que iban pasando los días y nadie se interesaba por ellos, aumentaba la sospecha de que los enviarían de vuelta a Francia.
El día 25 los cambiaron varias veces de sitio, primero los pusieron en una estantería llena de sobres sucios y arrugados, después compartieron golpes con otras cajas en una cesta de mimbre y cuando un empleado se cargó la cesta al hombro para llevarla a la furgoneta de paquetes devueltos, oyeron que alguien gritaba:

Espere, espere, por favor, esa caja azul creo que es para mi, no se la lleve.
Las cajas azules vienen de Francia señora, dijo el empleado al tiempo que descargaba la cesta del hombro y leía el nombre del destinatario.
Viene a nombre de Willma, es usted????
Si, si, claro que sí, yo soy Willma, ve como no me he equivocado? esa caja azul es para mi.
Tome usted señora y alargó la mano en la que sostenía la caja, mientras la sacudía para adivinar qué contenía.
La sacudida que amontonó los regalos en un rincón de la caja fue tan fuerte que les pareció un terremoto, pero estaban tan bien "embolicados" todos que solo consiguió despertarlos y oír como alguien decía en ese momento:

Willma ha llegado usted en el último minuto, ha tenido mucha suerte porque esta caja salía ahora mismo de vuelta a Francia.
Es cierto, pero por fin tengo mis regalos!!!

Es Willma, Es Willma, empezaron a gritar.
Ya está aquí, y ha venido a por nosotros!
Bieeeeen, nos quedaremos en España!

Desde que salieron de la Oficina de Correos hasta que los regalos pudieron salir de su caja para conocer a Willma pasaron varias horas, pero ya no les importaba esperar porque sabían que estaban en casa y se quedarían para siempre!
Y colorín colorado este cuento se ha acabado!

Me he divertido escribiendo lo que me pasaba por la cabeza durante los días de espera.
Se lo dedico a Petitange, que como yo los últimos días empezó a impacientarse por el viaje tan largo que hicieron sus regalos.

Muchas gracias, son preciosos y todos tienen un lugar especial en mi casa.